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Los planos del colibrí ante las aristas de la iguana

Escrito por el 25/06/2023

Tradición y vanguardia en la obra de Roberto López Moreno

La obra de Roberto López Moreno abarca infinidad de registros, los cuales van de la poesía tanto en metro fijo como en verso libre, a la narrativa tanto en el cuento como en la novela y el ensayo, cabe decir que López Moreno ejerció el periodismo por muchos años y al respecto ha publicado al menos un ensayo sobre el oficio.

Por otro lado estamos también ante un músico que no solo encuentra la melodía en la palabra sino que ha sido también compositor a la vez que ha incursionado en la musicología con su “Crónica de la música de México” editado en Moscú y Buenos Aires, así como un trabajo sobre el origen de la marimba, instrumento parte de la identidad de Chiapas, su estado natal.

En uno de sus primeros libros, “La voz primera” escrito en parte durante la adolescencia podemos ver la nostalgia por el terruño, por la patria chica la cual nos muestra no solo un manejo del lenguaje ya en ese momento muy depurado, sino que ya en sus primeros trabajos se nos muestra como un gran dominador de la poesía tanto en metro fijo, principalmente octosílabo y endecasílabo, a la vez del verso libre.

Al mismo tiempo, podemos ver la primera patria poética de nuestro autor, la poesía tradicional entre la marimba y los sonidos de la noche chiapaneca en los poemas “Hacia la marimba” y “La marimba”, a la vez de una dura crítica ante las injusticias cometidas por el poder como es el caso de los poemas “Muerte de Domingo Cruz Chechev” y “Muerte de José María Melo”. Por otro lado el final del libro es una fiesta de “Coplas” que hacen celebración de naturaleza, música y erotismo:

“A la orilla del Coatán
un curita se quejaba:
¡Ay!, tener el alma en brasas
y tan larga la sotana.”

Todo poeta está en busca de su voz y más aún de su propio lenguaje poético, en esa persecución el poeta se puede encontrar con diferentes formas de experimentación de la lengua, entre las cuáles se encuentran las vanguardias.

Roberto López Moreno, en su amistad con artistas plásticos, conoció de cerca las formas de la expresión a través de la imagen. En una síntesis con la palabra y el pensamiento Latinoaméricano, surge la dialéctica de la iguana representando al tiempo americano, la tierra hecha sabiduría, es decir a la ciencia, de esta como sinécdoque de los saurios en su evolución, surgen las aves, el colibrí, la imaginación. La ciencia y la imaginación se nutren una al otro y en este contexto hermenéutico-poético surge el Poemuralismo, vanguardia que busca “tanto la poesía de lo cotidiano como las formas crípticas de máxima experimentación verbal (el poeta Lezama es uno de sus “santos patrones”), pasando por el poema en prosa y por los legados de las expresiones vanguardistas.” De este modo el verbo en su plasticidad puede adaptar formas clásicas como incluso recursos de la poesía visual.

“¿En dónde el colibrí cuando no frente a los ojos?
¿Sobre qué incógnitas su voltaje?
¿En qué parte del prisma está vibrando?
Rotación.
La mañana se abre guanábana sobre el escándalo del día,
y cada músculo, cada sobresalto,
es un aéreo nudo de fuego.”

En los versos que van del segundo al cuarto de la citada estrofa de “La morada del colibrí”, se nota un lenguaje proveniente de la ciencia, adaptando  probablemente del futurismo y más aún de los estridentistas, sin embargo los últimos tres versos viene un rompimiento de sistema en el que a partir de un vocabulario más cotidiano se expresa la emoción humana ante el amanecer.

Sin duda un libro donde Roberto López Moreno hace gala de su visión de autor vanguardista  es “El libro VI. La construcción de la rosa” libro en el que López Moreno hace patente la creación de una cosmogonía en la que se vuelve un bardo cantando una suerte de mito de origen a partir del mural de la pintora Leticia Ocharán, titulado de manera homónima, el cuál a su vez procede de unos versos de Vicente Huidobro, en los que se dice que el poeta no debe cantar a la rosa sino que debe hacerla crecer dentro del poema.  

En este libro, amalgama de poema cósmico a la vez de canto de amor, los lenguajes de la mitología, la ciencia y el hermetismo confluyen en un ametrallamiento de elementos en los que el lector se ve inmerso en un viaje en donde presencia el surgir de un mundo a la vez que encuentra una magia que por momentos evoca a las ceremonias del fuego en el México antiguo, al mismo tiempo que la embriaguez del ritual dionisiaco allende el mar Egeo.

“Rosa filosofal
desde la piedra que guarda los misterios,
moho de los siglos, dédalo en el que se fue forjando la conciencia;
neuma en las cantilaciones de la garganta precursora,
baja punto de luz,
¿Cómo se llaman sus cuatro aromas cardinales?:
Gálica, Damasco, Centifolia, Alba,
zumo de attar, soma de las concentraciones.”

En unos pocos versos nos vemos ante un grito que a través de la armonía con la rosa va dando origen a una conciencia poética, frente a los secretos que bien pudieran ser del arte hermético, bien de la experiencia sensorial que en ocasiones no entendemos pero en su contexto vegetal, mineral y temporal, adquiere al igual que el verbo, un significado.

En este libro, el jaguar danza saltando al centro de los destinos y la piedra de los ídolos recibe vida a través de la cadencia, de la lava, del humo y del silencio. Más que la rosa, pareciera que la proporción divina de sus formas, nos da el modelo o núcleo, de un cosmos poético.

Regresando muy brevemente al Poemural, en líneas anteriores se hizo mención que José Lezama Lima es uno de los “patronos” del mismo, y no cabe duda que el autor cubano representa una de las cumbres de la experimentación vanguardista en América Latina, hacemos este comentario para hablar de las Décimas Lezámicas en dónde el “Rayo del Sur” toma el lenguaje metafórico de “Paradiso” para realizar un homenaje a la exuberancia de las formas verbales logradas en la sensual a la vez que erudita prosa neobarroca de tan singular obra:

“Andrómeda se debate
en las olas de Perseo
y en su bracear alabeo
gongoriza su debate.
Y bien que el mar arrebate
este mal que bien va a trote,
que Andrómeda ante el galeote
libre del océano se haya
cuando una princesa maya
el himen rinde al cenote.”

Tanto el cenote como el jaguar tienen una compleja simbología en el universo maya, sea como lo oculto, o el cielo estrellado de la noche, en el caso del jaguar (balam), sea como entrada al Xibalbá en el caso del cenote. López Moreno es capaz de invocar y unir los más diversos mundos simbólicos, inclusive en la brevedad del espacio verbal.

Cabe decir que dentro del extenso corpus de la poesía lopezmoreniana existe la crítica y denuncia social, desde luego que siempre acompañado de la imaginación y el canto, como es el caso de las Négridas, libro en dónde el poeta se sumerge en los tambores y ritmos de la poesía negra no solo para el goce del oído que bien puede extenderse al goce del cuerpo entero, sino para denunciar las injusticias sobre los grupos de afrodescendientes, que de hecho son las injusticias de los poderosos sobre el resto de la humanidad. En concreto, el poema “Por este lado del mundo “ encarna el drama ante la enfermedad y muerte de la mujer amada, teniendo de fondo un escenario de carencias y marginación en lo económico y social a lo que la voz lírica responde con el arma espiritual del ritmo y el canto:

“Negra, negrita del alma
ya se te cansó el tambor,
ya no te rezumba el mango
como antes te rezumbó;
caimito de media risa,
pedacito de carbón,
negra de carne dolida
hasta donde duelo yo;negra acostada, mi negra,
sin marimba ni doctor;”

Existe el dolor, la denuncia y la impotencia pero el libro es a la vez una celebración de sonidos en los que están presentes los grandes autores de la música latinoamericana como Silvestre Revueltas, Heitor Villa-lobos, Alberto Ginastera, Juan Helguera, Amparo Montes y el indio Mangoré.

Los espacios musicales se conjugan con la imaginación y el verbo, lugares y personas pueden perfectamente darse cita para ser parte de la escritura.

Los surrealistas hablaron del punto supremo, en donde los contrarios dejan de ser contrarios; Roberto López Moreno nos ofrece el Ábrara:

“Ábrara es la soledad en llamas
en el momento de la concepción.
El apenas instante anterior
del instante anterior
a la monada”

 Acá el autor nos muestra una suerte de filosofía personal en dónde hay un logos antes del logos, un momento primigenio en donde la chispa de toda creación es potencia y posibilidad en su unidad. En el libro “E = mc2” se lee:

“Solo lo creado por los poetas
permanecerá sobre la tierra.
La imaginación en el juego a los relativos
inventa y establece
y da la vuelta al mundo con el soplo, lo gira
(aroma de las estrellas, reflejos
del poderoso grano). Ábrara.
Todo ha de pasar por el filtro.
Si no, no.
Gira, abstracción. Gira”

El movimiento imaginativo en estos versos nos muestra la dialéctica entre la tierra (la iguana), el soplo o aire (colibrí) y el Ábrara (logos, primum mobile poético) ante la contribución del bardo.

Mucho se ha dicho de la utilidad de la poesía, pero brevemente podemos decir que en su origen tuvo un importante rol en el origen y desarrollo de la escritura, y como ejemplos tenemos las escrituras de Sumeria, Egipto y Fenicia, gracias a cuyos poemas conocemos parte no solo de las lenguas, sino de las costumbres y las culturas materiales de los citados pueblos.

Difícil es concebir a la escritura sin poesía y sin escritura no hubiéramos podido desarrollar ciencia y tecnología que son bases importantes de la civilización contemporánea. Al respecto, López Moreno no duda en decir:

“Si existiera un Dios, si en realidad existiera,
tal poder de poderes
tendría el nombre de Trabajo,
se llamaría Trabajo,
la fuerza capaz de crear, mover,
transformar lo que en la Tierra existe,
la que todo lo hace y modifica,
materia y pensamiento,
la que hace al poeta,
y después al mecánico, al filósofo…”

El trabajo lo mismo que la palabra, es creador y transforma, construye a quien lo realiza casi tanto o más que quién realiza.

En la continua transmutación de la poética de Roberto López Moreno el verso clásico se vuelve vanguardia, así como la vanguardia se vuelve hacia el metro fijo, cosa no muy común entre los autores de las diferentes corrientes de ambos lados del Atlántico.

Ya hemos hablado de la décima en la cual el poeta toma un lenguaje metafórico para su propia giros y la búsqueda lenguajes y las formas verbales, las cuales tienen en López Moreno su origen en Huixtla, Chiapas, pueblo a cuya Gloria está dedicado el siguiente soneto:

“Si tu nombre lo llevas en las piernas,
tentadoras promesas de placeres,
promesas nada más, solo promesas,
promesas como a veces las mujeres.

Tus piernas, dos soberbios capiteles,
más columnas de Venus, sexo y brama,
dos torres colosales que contienen
la gloria que entre de ellas se derrama.

Si tu nombre lo llevas en las piernas,
hermosas, tentadoras, dulces, tiernas,
morenas como carne en nuestra historia.

no te pido las piernas, no te asombre,
sólo pido besar tu ardiente nombre
y sorber las esencias de tu gloria.”

Del soneto y la décima pasamos al inventó “Avant Garde” en metro fijo que es la Treceada, la cual consiste en 13 versos, doce de los cuales mantienen un esquema rítmico roto por el último, es decir por el treceavo verso a modo de antítesis de los anteriores. Fruto de una evolución que va desde el dominio principalmente del soneto y la décima para interiorizar la musicalidad en el verso libre, viene a ser una contribución a la poesía hispánica en metro fijo, del libro “Treceadas a Revueltas” leamos la número 19:

“Estoas del luto humano
quillando la sal de olanes,
restricciones de los panes,
son dedos del curvo arcano
Cinco espumas en la mano
para el destinado oleaje
profundo, ondulante traje,
ceñido para ir al grano.
Se laberinta en el plano
el enhebrado estatuto
para que niegue al tirano
humanidades del luto.
La nueva escritura nace.

Cómo dice la salida del poema, tenemos una nueva aportación en una época en que domina el metro fijo sin antes conocer los fundamentos del canto en la escritura.

Debemos también señalar que en su generosidad, López Moreno ha participado en diversas antologías colectivas, algunas coordinadas por él como “La pupila y la entraña” en conmemoración del terremoto de 1985, “Ayotzinapa. Poesía en voz alta por los 43” y “Teesha. Treceadas” dedicada a la poeta y pintora Teesha Zamacona fallecida en agosto de 2020, entre otras.

En la muy amplia obra del Maestro Roberto López Moreno podemos encontrar influencias que por ejemplo, van de Revueltas a Huidobro y del siglo de Oro al estridentismo, en muchas ocasiones en amalgama con los cantos de los pueblos afrodescendientes en otras, a través de la cosmogonía de los pueblos originarios. Del eje de la iguana y el colibrí surgen mundos versales para el goce y una comprensión distinta de nuestro tiempo y nuestra América.

Columna #GlifoDeNube