En Crónicas de una realidad alterada, (Editorial Gato Blanco, México 2024) Rogelio Garza (México, 1970) rinde homenaje al maese de maeses José Agustín en un texto grrriquísimo en el que cuenta las peripecias por las que tuvo que pasar para conocer a El Rey del Rock Escrito. En su crónica El Rey del Rock Escrito, Garza nos platica de manera detallada cómo fue su encuentro con José Agustín y úfales, úfales; esa reunión debió de haber sido de agasajo pues, así como lo platica, además de todo lo que hablaron (Bob Dylan, contracultura, Revolución Cubana, Cream, el golpe de Estado en Chile) el almuerxo gruexo preparado por la mismísima Margarita Bermúdez seguramente provocó más de una buena risotada.
Ninguno de los textos que nos regala el autor tienen desperdicio. Aquí caben todos: El General, las sectas religiosas, Los Ramones, Patti Smith, el trabajo corporativo, Bob Dylan, los festivales masivos, el tráfico del gel en tiempos de pandemia, la música vecinal, el ciclismo y las ciclovías, Naucalpan (como no), la nostalgia por el casete, los Kiss y los periplos por los que tuvo que pasar nuestro cronista para poder asistir al concierto de Los Brian Jonestown Massacre en Querétaro.
El autor acepta su edad y se ríe de sí mismo y lo logra gracias a su gran sentido del humor. Garza se encuentra a sus anchas en un territorio que empezó a andar desde el ya mítico fanzine Picahielo. Cómo olvidar esas magníficas portadas.
Narra desde sus experiencias las de muchos otros, encuentra la empatía con los que le hemos seguido en sus diferentes derroteros y así convertirse en un cronista de nuestros tiempos. Narrador de lo que sucede en nuestro querido México para hilar con soltura y sin rubores los aconteceres de la cultura musical de su entorno.
Encontramos una lectura fluida y fluidez en el relato. Libro que se va de volada, a gusto, gozoso y equilibrado en su capacidad narrativa. Nos invita a vivir el aquí y el ahora.
No elude terrenos ásperos, al contrario, los enfrenta y saca provecho de ellos. Esos momentos antes, durante y después de su estancia en Querétaro pudieron haber sido parte de la película Barfly (Schroeder, 1987). Garza maneja muchas referencias que va uniendo entre sí para armar un gran relato, ameno y entretenido.
Columna: Vocoder