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El Instante antes del Instante

Escrito por el 03/10/2023

Algunos apuntes sobre el libro Ábrara de Roberto López Moreno

¿Qué es el Ábrara?, qué es este singular neologismo que lo mismo pareciera venir de una forma antigua del castellano o portugués, o bien de algún dialecto de medio oriente, en la jerga hermética de alguna secta gnóstica.

Detrás de cada palabra, vieja palabra, nueva o en desuso, hay múltiples palabras y aún representaciones, pero dejemos que el verbo (verbum) se exprese a sí mismo; en el poema que da título al libro, los dos primeros versos dicen:

“Lo que abre de su esencia misma,
concepto del principio,”

y aún más el último verso del poema:

“la voz primera.”

Inicio, logos, canto de un dios en su primer amanecer, onomatopeya interpretada de la naturaleza, que un oído anónimo volverá santuario en las formas de la palabra.

En “Definición I” podemos encontrar una clave:

“Ábrara es la soledad en llamas
en el momento de la concepción.
El apenas instante anterior
del instante anterior
a la mónada” 

Es decir la hipóstasis de la hipóstasis de tiempo, de un tiempo anterior a la unidad donde  vida y universo, palabra y vida, son uno mismo, instante anterior al kosmos, es decir al orden, pero también anterior al caos:

“principio del principio,
causa de la causa,
chispa de la chispa.” 

Chispa del fuego de la fragua, chispa del rayo que el canto de la tribu identificó como la expresión de una divinidad celeste, el Ábrara no solo es el instante antes de la respiración y del tiempo cósmico, sino que al recorrer sus páginas se cae en la cuenta de que la creación de los planos poéticos expresados se lleva a cabo todo el tiempo, última luz por ser la primera. La luz que ve desde su ángulo el ojo del cipactli, lagarto cósmico que observa la luz desde su rincón en Estambul, o cualquier parte del mundo, LVX creadora que vislumbraron Maples Arce al gritar loas al mole de guajolote, Huidobro mientras hacía crecer la rosa, Yves Bonnefoi en la ecuación del verso y así hasta llegar a un sacerdote con el espejo de Tezcatlipoca o a algún desconocido discípulo de Basílides o Simón el mago buscando las chispas de la pleroma.

En Poesía es posible anular y transponer no solo los tiempos verbales o las líneas de tiempo, sino más aún las ideas, conceptos y mitos, así como las más disímbolas imágenes procedentes de diversas culturas, tal vez de ahí su carácter “mágico”, sagrado en ciertos momentos, el autor es capaz de crear un canto a partir del sonido del viento, del viento al pasar las montañas, o de la impronta de una lengua desconocida al parecerse al sonido del tambor.

Tzatzi, expresión del grito en lengua náhuatl, cascabel-rotor con un ave que va de arriba a adentro, piano con el viento cantando a partir de los susurros en el contrarritmo de los cantos interiores, el embolo y el rotor antes del movimiento, el Ábrara del movimiento con la luz-candela de los verberales que recorren las geometrías en el sonido de ese logos antes del logos, antes de que la cantante-sacerdotisa del kiosko de Santa María establezca la vibración entre el frío y el fuego, ¿qué fragmento del universo es el canto al expandirse por el diámetro del kiosko?, ¿qué fragmento del gozo y del dolor en la memoria?, fragmento del radio en la distancia hacia Medellín, Scopje, Berlín o Vancouver.

Es el Ábrara solo un ente literario-metafísico o es también una suerte de paso antes del paso a dar ante el asombro y la desdicha que habita cada calle, tal vez es estar en el instante antes de vivirlo, de comenzarlo siquiera, ab padre (hebreo), ra sol ojo círculo (egipcio-copto), ra de nuevo, reiteración o plural en ciertas lenguas afroasiáticas, es la disyuntiva en donde se definen las estirpes, porque la estirpe es también el recorrido del origen al momento y es la torre desde donde Sísifo junto a la serpiente emplumada se precipitan, es el vistazo antes de la caída a veces caída que se confunde con vuelo, como sea, la panorámica comienza en la puerta de la torre, en donde se abre el Ábrara.

Columna: Glifo de Nube