En La chica del grupo (Editorial Contra, 2015) Kim Gordon hace un recuento de lo que fue su andar en Sonic Youth, pero eso es lo de menos. Lo que realmente importa es la trayectoria de una mujer artista que no nada más fue integrante de Sonic Youth; también es diseñadora de moda y que con este libro se ha convertido en cronista de una época. Escritora que cuenta a pulso y sin tapujos los pormenores de un momento histórico.
El libro inicia con el fin de su carrera musical con Sonic Youth que fue en un concierto que dieran en el festival de música y arte SWU en Brasil en el 2011: “cuando subimos al escenario para dar nuestro último concierto, la noche giró en torno a los chicos. Por fuera, todo el mundo tenía más o menos el mismo aspecto que había tenido durante las tres últimas décadas. Por dentro, era otra historia. Thurston le dio unas palmaditas en el hombro a nuestro bajo, Mark Ibold, y atravesó el escenario a grandes zancadas, seguido de Lee Ranaldo, nuestro guitarra, y, luego, de Steve Shelley, nuestro batería. Aquel gesto me pareció tan falso, tan infantil, tan fantasioso”.
Gordon relata de manera precisa y contundente los detalles de su carrera como bajista de una de las bandas más influyentes de los últimos años y hace un recuento de los discos que grabara con la banda, con la aguda visión de una mujer inteligente y talentosa que supo combinar la maternidad con la exigencia de andar de gira por todo el mundo.
El libro arranca de manera vertiginosa y te engancha a la primera. Es de esos libros que desde el primer párrafo te agarra y no te soltará hasta el final.
Las memorias de Kim Gordon son una delicia, llenas de información y muchos datos sobre sus contemporáneos, desde Nirvana pasando por Smashing Pumpkins hasta los mismísimos Iggy Pop, Nick Cave o Neil Young.
Lectura obligada para los fanáticos del movimiento de música independiente norteamericana.
Columna: Vocoder