
¿Qué se puede decir del amor y del desamor, de las relaciones tóxicas y las mentiras, de las frases repetidas como si fueran un machote y de los detalles que la otra persona no capta a tiempo? Lo que se puede expresar de todo ello se encuentra en Chácharamor, de Leonel Alí Zanotelli. A continuación, una muestra de ello:
«Después de una acalorada discusión en WhatsApp, ella le escribió: “Olvidemos el pasado e iniciemos de nuevo”, a lo que él respondió: “¿Quién es usted y cómo consiguió mi número? Dígame o la bloqueo.”».
En su brevedad no sólo está el diálogo intertextual sino también el deseo de hacer partícipe al lector, ya que éste debe dotarle de todas las interpretaciones posibles a cada una de las historias. Este libro de minificciones posee un diseño bien cuidado, presenta viñetas en forma de corazón y contiene un prólogo muy certero, redactado por la escritora Adriana Azucena Rodríguez, al que le nombran Chacharólogo.

En estas páginas el lector hallará ironía, juegos de palabras, humor, calidad literaria, eficacia en el efecto y sensación que se quiere producir, así como una crítica a esas relaciones falsas y perecederas, a aquellas que nacen a primera vista, pero no llegan a nada y a esas otras que más que vivirlas se les trata de dar una explicación. Algunas minificciones que ejemplifican esto son las siguientes:
“–La calidad de una historia se sabe hasta que se llega al punto final.
–¿Y eso qué tiene que ver con que estés terminando lo nuestro?”
“[…] ella sólo movía los labios, por lo que la voz y las palabras de amor no eran de ella, sino de otra persona verdaderamente enamorada… pero no de mí”
“Si el sentimiento, la conmemoración y el autor somos los mismos, ¿por qué componer un nuevo poema cada vez?”
Y termino con la que aparece en la página 78:
“[…] nunca más le volvió a hablar, pues no quería fingir ni disfrazar de amistad sus verdaderas intenciones. […] La única verdad es que ella lo rechazó porque esperaba que él le suplicara cual amante medieval, ignorando que el amor cortés ya no es lo de hoy… al menos para algunos hombres que entienden que no es no, aunque hiera”.
Sin duda, un libro que vale la pena adquirir, leer y releer, a solas o acompañados por otros lectores ávidos de apaciguar el dolor que dejan las ausencias o que tan sólo quieren recordar esos viejos amores que les dejaron alguna enseñanza.

Como bien dice el autor: «Buscar amor, en ocasiones, equivale a chacharear: en lo abandonado, perdido, robado o rechazado por alguien más, cabe la posibilidad de encontrar algo valioso y trascendente para uno».
Agradezco a la Sala de Lectura Molinos de Viento por permitirme leer este libro que, muy amablemente, les autografió el autor, y que como lectora pude disfrutar de principio a fin.
Columna: Ficcionalizarse en la memoria.


STRATAGEMA o porqué las inteligencias artificiales no pueden ser realmente creativas




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