Carritos de mandado con merca, cajas de cartón, canastas para el pan y un mandil con la bandera mexicana, utensilios para sobrevivir en esta jungla de metal.
Payasos vendiendo figuritas hechas con globos en el parque México; en una mano sostiene la mochila y en la otra una “mona”, el hambre es mucha y la chamba poca.
El Don de las nieves toca las campanas de su cochecito en una calle de Santa María la Ribera, las nieves de limón, vainilla, fresa, en vaso o en barquillo. Arrastra los pies pues la suela de los zapatos se funde en el pavimento caliente.
Las palomas en las plazas son alimentadas por los morros y ancianos se han vuelto dependientes de las multitudes.
Loa patos del lago de «Chapu» flotan en ese espejo donde se han reflejado muchos rostros, ese lago tiene mil y una historias que contar, felicidad, tristeza, soledad.
¿Has llegado a sentarte en una banqueta en alguna calle, en algún lugar de los barrios?
Si lo has hecho veras el coctel de imágenes; en un lado está la raza posando con el luchador de lucha libre de su preferencia, en otro verás a las chavas y chavos vestidos de colores regalando sonrisas y abrazos y por último miras hacia enfrente y te encuentras con una extremidad (pie) descalza en la agonía del cansancio.
Nunca falta toparte con Pancho Villa y su discípulo caminando a toda prisa para permanecer inmóviles durante horas por unas monedas.
Y las revoluciones son el padre nuestro de cada día con aves Marías haciendo señas obscenas rezando frente los muros de contención con nombres de mujeres, de compañeras de guerra.
Siempre siento ese escalofrío de la nuca que baja por la espalda…
Columna: #somoslastreet