Entre los muros de Pohualizcalli, donde la comunidad se encuentra con el arte, el director Sergio Quintero decidió levantar la primera puesta en escena de la compañía Teocalli Escénico: Un hogar sólido, de Elena Garro.
No es una elección casual. Para Quintero, rescatar a Garro es hacer justicia a una dramaturga que —dice— “a veces no ha sido bien apreciada en México”, y que sin embargo “es la primera voz del realismo mágico”.
“Creo que es conocida nada más porque fue esposa de Octavio Paz”, señala el director, “pero fue ella quien abrió el camino a ese universo donde los muertos conviven con los vivos, donde lo real y lo imaginario se mezclan como algo cotidiano. Eso que hacemos cada primero de noviembre cuando vamos al panteón a ponerles comida a nuestros muertos… eso también es realismo mágico”.
Con esta obra, Teocalli Escénico no solo honra a Garro, sino también a la vida cultural de Iztapalapa, un territorio donde, como dice Quintero, “el teatro pocas veces llega, pero donde el arte debería florecer más que en ningún otro lugar”.
“Estoy casado con la idea de dar clases y hacer proyectos aquí, porque ya me harté del cine Roma y de la Condesa”, afirma. “Nuestro cine y nuestro teatro parecen hablar solo de lo que les preocupa a unos pocos, pero México es mucho más grande. Somos 130 millones de personas, y necesitamos contar historias para todos, no solo para una clase social o un barrio”.
Pohualizcalli: cinco años de sembrar cultura en Iztapalapa
El estreno de Un hogar sólido ocurre en un momento especial: el quinto aniversario de Pohualizcalli, una escuela de cine y fotografía que ha transformado el acceso a la cultura en una de las zonas más emblemáticas —y también más estigmatizadas— de la Ciudad de México.
Para Pamela Balderas, quien interpreta a Eva, este proyecto es una muestra de que la educación y el arte pueden ser revolucionarios:
“Es revolucionario que una escuela de cine, de fotografía, una carrera tan costosa, sea gratuita y tenga profesores de altísimo nivel… y que además esté en Iztapalapa. Eso es un orgullo enorme. Este proyecto tiene que seguir, porque la cultura es para todos. Las funciones son gratis por eso, porque el arte no debe tener fronteras”.
Mientras que Karen Aguilar, quien da vida a Lidia, ve en esta experiencia un proceso de aprendizaje y transformación que va más allá del escenario:
“Aquí entendí por qué nació Pohualizcalli y la importancia de culturizar las áreas donde más falta hace la cultura. A través de ella podemos cambiar la mente de las personas. Si acercamos el arte, usamos las armas que tenemos para transformar la mentalidad y, eventualmente, ser mejores seres humanos”.
Sobre la puesta en escena, Karen añade con emoción:
“Me gustaría que el público se identificara, que sintiera esta historia como un cobijo al alma, que recordara a sus seres queridos y tuviera la certeza de que algún día volverán a encontrarse”.
La obra se presenta en varias sedes de utopías comunitarias en Iztapalapa, las cuales son: Atzintli, Meyehualco, Ixtapalcalli y Teotongo. Las funciones están programadas del 23 al 26 de octubre y finalmente el 31 de octubre. La primera función será el 23 de octubre en la sede de Utopía Papalotl en Iztapalapa.
Más que una simple obra de teatro, Un hogar sólido se convierte en símbolo de un lugar que, desde hace cinco años, ha hecho del arte un acto de resistencia y esperanza.
En Pohualizcalli, el teatro no solo se representa: se vive, se comparte y se transforma.
Y en ese escenario —entre vivos, muertos, alumnos, vecinos y soñadores— sigue latiendo la idea de que el hogar más sólido no es de piedra, sino de memoria y comunidad.