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“Good boy”. El amor de tu perro va más allá del terror

Escrito por el 23/10/2025

¿Alguna vez te has preguntado si los perros son capaces de percibir fantasmas o sucesos paranormales? Seguro que sí. Pero, casi con certeza y como reconozco que me pasa a mí, difícilmente has pensado en el estrés y el trauma que un fiel canino experimenta cuando esta serie de eventos se extiende por semanas, meses, incluso años sin que el propietario, el “amigo” humano, note el calvario emocional que experimenta su mascota.

En “Terror en Amityville” (2005) o “El resplandor” (1980) el miedo profundo se presenta en una familia cuando, a causa de lo inexplicable, ésta puede ver con horror cómo se va transformando el comportamiento de uno de sus integrantes. Pero ¿cómo vive este proceso el mejor amigo del hombre y la mujer?, ¿cómo defenderse si prevalece el deseo de lealtad y la falta de un lenguaje común para comentar lo que se sufre? A veces, nuestros perros son verdaderos santos.

Esta es, en gran medida, la premisa de “Good boy” (2025), película de Ben Leonberg que se estrenó este jueves 23 de octubre en las salas cinematográficas de México. En palabras de Leonberg, “Good boy” comenzó como un concepto sencillo y ambicioso a la vez: “una película de casas embrujadas donde el protagonista es el perro de la familia, capaz de ver las fuerzas que nos acechan”.

Una cinta distinta, sin duda, entretenida en general. Durante la premier, a algunas y algunos compañeros les ha gustado mucho. Aunque en mi humilde opinión, por situaciones repetitivas del guion, efectos en ocasiones primitivos y situaciones predecibles, “Good boy” se convierte sí, en un clásico por la forma de abordar el terror desde la mirada de un can, pero no merece una calificación mayor a 4 estrellas dentro de la larga estela de los films de este género.

“Good boy” es una propuesta original; ha sido realizada con tomas arriesgadas donde a los personajes humanos no se les mira el rostro (recordaran aquellos “Rugrats” bebés que apostaban por lo mismo, donde los adultos eran un personaje secundario). El punto de vista, dentro de la peli, siempre es el del animal atormentado por las apariciones. Eso es muy interesante; sin embargo, a pesar de poseer sus virtudes el ejercicio cinematográfico pudo lograrse mucho más (la cinta no deja, por ejemplo el cliché de la casa embrujada, aunque al final posee un giro humanista, no tan bien realizado, por ejemplo, como “El orfanato” (2007) o “Los otros” (2001). Habrá que ver que tan bien le va a esta cinta, sobre todo cuando compite en taquilla con “Black phone 2” y el estreno de “Frankestein”, de Guillermo del Toro.

Quizá lo más relevante, y no exagero al destacarlo, es la actuación de Indy, el perro protagonista. Está increíble. Es simpático y empático. Una mascota, sin duda, sensible e inteligente a la altura de los viejos íconos: Lassie, y Benjie (para quien sepa de lo que hablo). Al respecto de Indy, Leonberg comenta: “La gente siempre pregunta cómo conseguimos que se viera de cierta manera, o transmitiera una emoción específica. La verdad es que encontramos la manera de hacer una película alrededor de él en lugar de entrenarlo para que estuviera o actuara en la película, porque no sé cómo hacer eso. Así que el tiempo fue el recurso más importante. También tuvimos que trabajar con su capacidad de atención, que era una ventana muy limitada, de sólo unas pocas horas al día”. 

Indy, que pertenece a la raza Nova Scotia Duck Tolling Retriever, es una estrella digna de ser nominada a un Óscar. Y si no me creen, véanlo con sus propios ojos. Desde luego, bajo el riesgo de que se les aparezca, en pantalla, uno que otro inquietante espectro.