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Sobre el Diccionario Abreviado del Surrealismo

Escrito por el 31/07/2024

Diccionario de la Imaginación

Normalmente cuando escuchamos la palabra “Diccionario” se nos viene a la mente un libro algo voluminoso y organizado en orden alfabético que bien puede ser general o especializado.

Si bien los diccionarios tienen una larga historia, partiendo de las bibliotecas de arcilla en la antigua Mesopotamia, es posible que presenten una tendencia a desaparecer en su forma física.

De cualquier modo, estos por lo general se muestran o presentan como una obra de consulta más que como parte de una lectura lúdica, por lo general en medio de una fuerte solemnidad académica o academicista.

En el caso del Diccionario Abreviado del Surrealismo (Dictionnaire abrégé du surréalisme en su lengua original) publicado en el año de 1938, vale la pena hacer un breve recorrido partiendo del mismo término surrealismo (al menos como apunte) que parte de una mala traducción del inglés cuando en lengua francesa el prefijo sur indica el estar “encima” o “sobre”, ya sea desde un punto de vista físico, jerárquico, por lo que la traducción correcta al español sería ya sea “superrealismo”, “sobrerrealismo” o “suprarrealismo”. Vale la pena comentar que autores latinoamericanos del tiempo de la vanguardia como fueron el ultraísta argentino Jorge Luis Borges, el estridentista mexicano Manuel Maples Arce o el bardo peruano César Vallejo, llamaron de estos modos a la vanguardia procedente de Francia que ponía especial énfasis en lo onírico y el inconsciente.

El sobrerrealismo (usaremos indistintamente los términos traducidos) surge de los manifiestos en 1921 partiendo del dadaísmo que le precedió pocos años antes en la ciudad helvética de Zúrich, otras vertientes fueron los romanticismos de los siglos XVIII y XIX además de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud.

La fundación del grupo superrealista como movimiento artístico se da en el año de 1926 teniendo como sus principales figuras a André Bretón, Paul Éluard y Robert Desnos, de las cenizas de la Europa, entre guerras, si bien, la mayor parte de sus integrantes fueron de origen europeo, hubo pintores y poetas procedentes del Perú, Japón y Martinica entre otras latitudes.

El diccionario nos presenta una serie de nombres y conceptos que son definidos en buena parte de las ocasiones por medio de los versos y las frases poéticas de los diversos autores que nos da cuenta el libro.

La primera definición es la de “Absurdo” la cual es: “… esos razonadores tan comunes, que no son capaces de elevarse a la lógica del Absurdo” de la autoría de Charles Beaudelaire; en la misma entrada tenemos la definición de Paul Éluard la cual es “la deconstrucción de la lógica hasta el absurdo, el uso del absurdo hasta la razón”. En estas líneas encontramos una dialéctica que no destierra el absurdo al terreno de la enfermedad mental, sino que la incorpora como un recurso que puede ser parte de un procedimiento lógico (o que nos lleve a un proceso lógico).

Por otro lado vemos que los surrealistas vieron en el absurdo un refugio hacia los cánones del discurso dominante de la razón, lo cual tiene en parte su causa con las promesas que el pensamiento dominante hizo respecto al desarrollo de la Ciencia y la Tecnología, acerca del mejoramiento de las condiciones de vida lo cual en general se dio solo para unos cuantos y más aún, el desarrollo tecnológico de la época fue partícipe de la tragedia en la llamada Primera Guerra Mundial.

Una de las características de este diccionario es que buena parte de las definiciones proceden de los versos de los diversos autores, tanto del movimiento como de otras corrientes estéticas y en general de pensamiento. Entre los escritores y artistas cuyas definiciones encontramos en sus páginas fueron no solo André Breton o Paul Éluard sino también de autores (entre otros) como los poetas William Blake, el conde de Lautréamont y Arthur Rimbaud, los dramaturgos Antonin Artaud y Alfred Jarry, el psicólogo Sigmund Freud, y los filósofos Georg F Hegel y Karl Marx.

Conforme recorremos las páginas del diccionario, tenemos más bien la sensación de estar en una galería en la que el objeto es el diccionario mismo y es en general un homenaje más que al movimiento, al humor y a la imaginación, al sencillo pero (al menos pareciera) cada vez más difícil ejercicio de pensar las cosas a partir del color, el sonido o el capricho creativo del autor para experimentar con las palabras, las definiciones y las formas.

En general es tanto el espíritu lúdico que al menos por momentos se puede decir estamos ante una burla hacia la cultura europea de la época.

Cabe recordar que el suprarrealismo siempre tuvo como uno de sus temas el mundo onírico y lo que llamamos el inconsciente. Entre las técnicas que utilizaron para establecer un contacto con esa suerte de consciencia “velada” estuvieron la escritura automática y el cadáver exquisito, cuya definición es “juego de papel doblado que consiste en componer una frase o dibujo por parte de varios participantes, sin que ninguno pueda tener en cuenta la colaboración o colaboraciones anteriores. El ejemplo que se ha vuelto clásico y que ha dado su nombre al juego, tiene la primer frase obtenida del siguiente modo: El cadáver / exquisito / beberá / el vino / nuevo”.

Tan solo a partir de unos pocos versos, nos hallamos ante una voluntad de renovación (todo movimiento de vanguardia tuvo o debería tener ese deseo desde su semilla) en una sangre simbólica como es el vino que es ingerido por lo muerto para tener nueva vida.

Muchas las definiciones pueden parecernos una suerte de galimatías cuando no parte de una especie de delirio general, sin embargo debemos tomar en cuenta la naturaleza del movimiento desde sus principios programáticos hasta el momento histórico en el que se desarrolló, es decir la Europa de entreguerras.

Al respecto damos el significado o los significados que de acuerdo a este pequeño lexicón se da del “Ojo”: “Los ojos son los locos del corazón” (Shakespeare). “El ojo es un órgano superficial” (Novalis). “El blanco-leche o esqueleto de los ojos” (Jarry). “Los ojos de candelabro” (Saint-Pol Roux). “El ojo existe en estado salvaje” (André Breton). “Los ojos rodeados al modo de los castillos en ruina” (Paul Éluard). “Mi mujer tiene ojos de agua para beber en prisión” (André Breton). “He bebido los más bellos ojos del mundo / dioses de plata que tenían zafiros en sus manos” (Paul Éluard). “Ella tendría grandes ojos de boomerang” (Benjamin Péret). “Tus ojos eran simplemente ojos” (Viteszlav Nezval). “Forma tus ojos en su cerrar” (André Breton y Paul Éluard). “Ver es un acto: el ojo ve como la mano agarra” (Pierre Mabille).”

Ante un lugar tan común en la Poesía como es el “ojo”, vemos un intento de abarcar diversas voces de la experiencia poética, en la que nuestra propia imagen de lo que es un “ojo”, nos lleva hacia diversas maneras en las que a través del lenguaje es posible expresar la tristeza, el goce y ese algo más de lo que es un ojo, es decir, las posibilidades de lo que se nos  escapa a primera vista en una especie de collage poético del término.

A propósito de lo mencionado líneas arriba, el Diccionario mismo es un collage de la experiencia tanto estética como histórica de lo que hasta el momento de su publicación fue el movimiento surrealista en el que incluso se consignan las publicaciones que fueron vehículos del mismo (revistas como Surrealismus, Nadrealizam danas i ovde, o Konkretion) y sus alcances geográficos que incluyeron sitios como Checoslovaquia y Yugoslavia; países que ya no existen; Suecia y Japón, a través de autores que en la actualidad son poco recordados como Viteszlav Nezval, Marco Ristitch, Wilhelm Bjerke-Petersen y Tiroux Yamanaka.

Para mayor muestra, mostramos aquí algunas entradas:

Agua: “El agua es una flama mojada” (Heráclito). “Cierre bien sus ojos ala foresta de péndulos azules y de albúminas violetas y permanezca sordo a las sugerencias del agua tibia” (Maeterlink). “El agua pura de su cabeza, en tus manos” (Benjamin Péret). “El agua fría tiene las piernas desnudas” (Henri Pastoureau). “Ante un retrato del agua que en la bañera deja caer su brazo” (Benjamin Péret). “Te levantas, el agua se desplaza / Te acuestas, el agua florece” (Paul Éluard).

Azar: “Azar en conserva” (Marcel Duchamp). “El azar sería la forma de manifestación que se hace camino en el inconsciente humano” (André Breton). “El azar es el maestro del humor” (Max Ernst).

Dialéctica: Un monje dominico del s. XIII, el Maestro Eckhardt, pronunciada sermones en los que a manera de ejemplo decía: El ojo a través del cual Dios me ve, es el mismo a través del cual yo veo a Dios. Su ojo y el mío son uno solo. En la justicia, él me pesa y yo lo peso. Si Dios no existiera, yo no tendría existencia”  (Hegel). “Aquello que hace falta a todos esos señores es la dialéctica” (Engels). “La elasticidad universal, en todos sus aspectos y nociones, va hasta la igualdad de los contrarios, donde yace lo esencial. Si esta elasticidad se usa “objetivamente”, es decir si refleja todos los aspectos del proceso material y su unidad, es por lo tanto dialéctica, es exacto reflejo de la eterna evolución del mundo” (Lenin). “Incluso en el inconsciente, todo pensamiento está ligado a su contrario” (Freud).

Erotismo: Fastuosa ceremonia al interior de un subterráneo.

Nervios: ¡Que vivan las personas con nervios gruesos como cables! (Lichtenberg).

Sueño: “Durante el sueño, los hombres colaboran y trabajan con los eventos del Universo” (Heráclito). “Todo duerme, incluso los búhos que en un sueño, sueñan dormir” (Chirico). “El sueño ha tomado tu huella / y el color de tus ojos” (Paul Éluard). “La víspera ha cesado de burlarse del sueño” (René Crevel).

Vivir: “Nosotros vivimos de cataclismos” (Jarry).

El “Diccionario abreviado del Surrealismo” surgió poco antes de la “Segunda Guerra Mundial” y pareciera ser un eco no solo del apogeo estético del sobrerrealismo sino del gran periodo de efervescencia cultural e imaginativa que representaron los distintos movimientos de vanguardia de la primera mitad del siglo XX que no solo se dieron en Europa sino también en América Latina.

Para el llamado periodo de postguerra Europea, el suprarrealismo pasó a formar parte del circuito comercial del arte, sin embargo quedan también y aún, testimonios de la grandeza de esta corriente estética.

Columna: Glifo de Nube