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Poemas de Yuleisy Cruz Lezcano, una voz del caribe en Italia

Escrito por el 17/07/2024

Yuleisy Cruz Lezcano (Cuba 1973)

Nació en la isla de Cuba el 13 marzo de 1973. Poeta, escritora y traductora, vive en Marzabotto (Bolonia; Italia). La poeta emigró a Italia a la edad de 18 años, estudió en la Universidad de Bolonia y consiguió el título en “Ciencias enfermeristicas y obstetricia” consiguió, además, un segundo título en “Ciencias biológicas”. Trabaja en la salud pública.

El último libro “Di un’altra voce sarà la paura” estuvo entre los libros candidados al Premio Strega, ha sido presentado en la televisión de Estado de la República de San Marino, en Tele Granducato de Livorno, Toscana, en distintas estaciones radio: Radio Pop Napoli, Radio Nord Borealis, será presentado en la televisión en el programa de Andrea Villani Street Talk y al Festival del Borgo Antico di Bisceglie, que es uno de los festivales literarios más importantes de Italia.

Este año participó al “Festival La palabra en el mundo” de Venecia.

Extranjera

Llena de sangre nació,
con pocos versos llorados
se anunció,
en un barco lleno
de ojos desesperados,
donde la idea de la vida
casi escapaba.
Nació para sazonar
con su presencia extranjera
la quimera
de una vida mejor.

Nació entre medusas,
en el mar de Lampedusa,
acorralada de mariposas eléctricas
que devoraban las carroñas
de cuerpos que soñaban
tocar tierra, antes de ahogarse.
Nació ya grande, para salvarse
y salvar el corazón del Àfrica continental.
En su sonrisa natural
se ve como sonríe a la vida,
con movimiento soberano,
llega y llama a los blancos «hermanos» ,
con su negrada oliente a cebolla frita.
Si la oyes, oyes en su sonrisa infinita
el vudú de tambores
y en sus ojos, reflejados,
se ven los colores
de la sangre derramada
por el sabor de la libertad.

Mi Isla

Yo mi isla
la llevo en el bolsillo
para los días desesperados.
La llamo por su nombre
y espero que el viento me traiga
el olor de las olas.
Lleno mis zapatos de arena
y soplo en cada agujero que aparece
un caracol que canta y me trae vibraciones de música cubana.
Mi corazón está lleno de aguas que danzan
de truenos que mueven la cintura,
los hombros, las caderas
y de huracanes con sangre ligera
que acarician mi cuerpo
con la inquietud del sinsonte
cuando ve desde el monte
el sol cojeando que se sienta
detrás de las nubes grises.

Con tus palabras
 
Voy a escribir una lista,
mi tabla de combinaciones,
un manual de conexiones,
que sin intenciones
de darse la mano
van juntas:
la piedra y las puntas,
las castañas y los peregrinos,
los cuentos y los vecinos,
el aire y la sustancia,
los campos y la fragancia,
la sombra y la distancia.
Son miles las asociaciones.
Infinitos de carne y emociones,
horizonte y herida,
mirada y vida,
tú que hablas
y yo que hago
con tus palabras
perlas para mi collar,
un refugio para encontrar
tu voz cuando te vayas.

Holocausto
 
Ojos de piedras,
en el corazón ningún efecto,
el hielo se paraliza en las miradas
esculpidas en caras amorfas.
Todavía deambulan
espectros de huesos,
en el invierno de la humanidad
deslizan sus sombras.
Niebla para tapar
el infierno del mundo.
Neblina para no ver
los fantasmas conducidos
bajo cielos que callan
viajes sin regresos.
Se va hacia la tierra de nadie,
donde el llanto de un niño
no sé escucha
y los suspiros de las mujeres
huelen a muerte.
El vacío llega
desde las fronteras del tiempo.
Vidas que aún arden
en gritos que se pierden.
El fuego tapa
las bocas de cenizas
y Shoá es solo un nombre
manchado de sangre.

Mi barco
 
Diseñé para muchos
un barco de ideas,
proyectos y un poco de bagaje de experiencia.
Habiendo descendido el puente de la existencia,
sobre una tierra insegura,
me dí cuenta que el alma se cura
de todos los momentos difíciles
dejando a un lado distinción
y gustando la emoción
de ver feliz a las otras personas.
Muchas de ellas salieron
sobre mi barco,
incluso aquellas
con la misión del sabotaje
o para facilitarse el viaje
y subir después en un barco más grande.
Muchas veces acaricié mis velas hinchadas, rotas
por navegar contra el viento,
ennegrecidas por el poco sentimiento
de quien de mí se aprovechaba.
Recogí de las arenas
mis velas manchadas,
los humos del antiguo puerto de la invidia
casi rompieron mis cuerdas.
Muchas personas me usaron y ahora no recuerdan
quien los ha ayudado.
El mar embravecido me ha dado
las fuerzas para sobrevivir en este mundo,
mis colores ahogados en el profundo
ahora emergen
con los cantos de sirenas amplificados por los rugidos
de mis venas,
del cielo de mi pecho mezclado
con el mar en un oscuro vórtice donde flotan los pensamientos.
La esperanza mezclada a mis buenos sentimientos
me salvan.
Aún golpeado
contra las húmedas paredes de madera
mi barco me lleva
más allá del borde del precipicio.
Lejos de títulos, de apariencias y bullicio
náufraga de un mundo ficticio
salto el desperdicio
de aquellos que me han obstaculizado.
Más ruge la tormenta, más fuerte sostengo el timón.
Más negro es el horizonte
y más mis fuerzas son emociones que me empujan hacia la vida.

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