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Paul Éluard, poemas de un vanguardista francés

Escrito por el 19/07/2024

Paul Éluard (Saint-Denis, 1895)

Seudónimo de Eugène Émile Paul Grindel, poeta francés nacido en Saint-Denis el 14 de diciembre de 1895. cultivó de manera significativa el dadaísmo y el surrealismo, fue parte integral de dichos movimientos vanguardistas desde sus inicios hasta el final de su vida Publicó algunas de sus obras más importantes, como Les yeux fertiles (1936) y Donner à voir (1939), pasando por acontecimientos como la II Guerra Mundial, a consecuencia de la guerra, en la que Eluard participó en la Resistencia, su poesía cobra un acento comprometido que dará lo mejor de sí en Poèmes polítiques, Poèmes pour tous (1948).

Apenas Desfigurado

Adiós tristeza
Buenos días tristeza
Escrita estás en las líneas del techo
Escrita estás en los ojos que amo
No eres del todo parte de la miseria
Pues los más pobres labios te denuncian
Por una sonrisa
Buenos días tristeza
Amor de generosos cuerpos
Potencia del amor
En donde surge la amabilidad
Como monstruo sin cuerpo
Cabeza decepcionada
Tristeza bello rostro.

La vie immédiate (1932)

Sueño

Pequeño día
Vuelvo a entrar
 
La torre Eiffel está inclinada
Los puentes chuecos
La señales todas perforadas
 
En mi ruinosa casa
Solo yo
Y un libro
 
Me desnudo

Les mains libres (1937) colaboración con Man Ray

Cortina

Un remolque cubierto de tejas
El caballo muerto niño amo
Piensan el frente azul de odio
Como dos puños
Dos senos caen encima
 
Melodrama que arranca
La razón del corazón.

Le yeux fertiles (1936)

La mordaza sobre la mesa

Viejo actor que interpreta las piezas del agua
De añejas miserias muy transparentes
El dulce rojo fierro de la aurora
Le devuelve a los ciegos la vista
Yo ayudo a levantar los muros
A la lucha entre el cansancio y la debilidad
Al invierno vacío de frases.
 
Las imágenes pasadas son fieles a su modo
Imaginan la fiebre y el delirio
Todo un laberinto en donde se pierde mi mano complicada
Hace tiempo que ya era yo una presa
Tiene de virtud las alucinaciones
Me veo colgado del árbol de la moral
He batido el tambor de la bondad
He modelado la ternura
He acariciado a mi madre
 
Toda la noche dormí
Perdí el silencio
Aquí están las voces que ya no saben más que lo que callan
He aquí de mi que hablo
Ensordecido escucho por tanto lo que digo
Escuchándome educo.

La vie immédiate (1932)

Crepúsculo

Desierto vertical, el vidriero cavaba la tierra, el sepulturero quería colgarse y en el humo de mi cabeza se organizó el olvido.

Era la hora entre el perro y el lobo, entre el paso y el hollín. Un feliz vértigo. Antes de desaparecer, el cielo hizo una retorta con mueca. Yo vivía tranquilo, corto, cálido, pues ya había encerrado mi hermosa furia diurna en el duro pecho de mis enemigos vencidos.

Donner à voir (1939)

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