
Siempre me han gustado las cantautoras y los cantautores originales, auténticos. Aquellas personas quienes, sin recurrir a fórmulas fáciles, cursis o comerciales, ofrecen una propuesta arriesgada, única. Realidades musicales que no apuestan al famoso “sin miedo al éxito”, sino que están más allá de que les importe el propio éxito -palabra falaz, ambigua, que obsesiona de manera estúpida a las multitudes-.
El pasado viernes 15 de agosto por la noche, “La gitana”, un pequeño pero gran espacio alternativo ubicado en el corazón de “la Condesa”, CDMX, brindó un evento memorable donde tuvimos oportunidad de escuchar la voz y la guitarra de tres personalidades del circuito underground de nuestro país. “Eternómada”, “Don nadie” y Alex Delgadillo nos deleitaron con sus rolas. Fue una noche intensa. William Blake escribió alguna vez que “La poesía, la pintura y la música son los tres poderes en el hombre para conversar con el paraíso, que no fueron barridos en el Diluvio”. “Eternómada”, “Don nadie” y Delgadillo demostraron que, en el caso de la música, esto es cierto.

Arrancó la noche “Eternómada”, quien al igual que el resto de los cantautores que se presentaron en “La gitana” mostró un estilo radical, un poco al modo de los artistas nacionales de antaño (el mítico “Rockdrigo, “el profeta del nopal”, o el más reciente y rockero Gerardo Enciso), tanto como a la manera de los internacionales como es el caso del propio Bob Dylan (al que me hicieron recordar las canciones finales de Alex Delgadillo), o el inmortal cantante argentino, Luis Alberto Spinetta. Escuchar al “Eternómada” fue un viaje sideral, a veces a ritmo de una bossanova posmoderna, otras bajo un cover de Oasis dentro de la cabina espacial, llena de espejos y luces, que es “La gitana”.
Al calor de las cervezas y los mojitos, tocó también “Don nadie”, músico magnífico que, en medio de una rebeldía infatigable te invita a la reflexión al abordar alguna temática social, muy humana en sus letras. Es imprescindible escucharlo. “Don nadie” es un hondo canto al dolor y la vida, la imprescindible búsqueda del no dejarse desvanecer sin ofrecer una salvaje resistencia, incluso contra el propio “yo”. Trova rockera en la línea de Fito Páez o Radio Kaos. Una maravilla.

No puedo cerrar la reseña sin mencionar a Alex Delgadillo, integrante y líder de la mítica banda “El culto del ojo rojo”. Lo de Alex es superlativo; una chingonería, pues. Posee una voz rasposa y potente, de esa naturaleza al estilo Janis Joplin. Este sábado hizo vibrar hasta a las piedras. Sus canciones están bien armadas, y toca la guitarra… ¡carajo!, ¡qué manera de hacer hablar a la lira! Alex está entre los mejores guitarristas del rock mexicano, sin duda. A mí me sorprende en cada ocasión. El “carnalito” es toda entrega, pasión y profesionalismo. Su rola “Sin miedo a morir” le vuela la cabeza a cualquiera.
Fue un concierto único, un espectáculo irrepetible. Si no has tenido oportunidad de escucharlos, hazlo pronto. Puedes hallarlos en redes sociales. Y si no has tenido oportunidad de conocer “La gitana”, “deja salir al animal”, ¿qué esperas? El bar tiene buen ambiente y los precios son dignos de cualquier alma errante a la que le gusta vivir de forma sencilla, pero verdadera. “La gitana” se encuentra en avenida Tamaulipas 96, y tiene una oferta musical distinta cada fin de semana. Ven a “La gitana”. “Arre, arre”. Ven “sin miedo a morir”.

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