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Espíritus del mar y de la montaña

Escrito por el 26/10/2022

Una mujer ante los tabúes

La literatura de viajes es uno de los típicos más antiguos de la literatura, baste recordar a Homero con “La Odisea” así como los diferentes ciclos mitológicos en los que el escenario de fondo es el viaje del héroe. Ya en el medioevo podemos recordar “Il millione” de Marco Polo o la narración del primer viaje alrededor del mundo de Antonio Pigafetta sobre el viaje de Juan Sebastián Elcano y al respecto se suman nombres como los de Iban Batuta, James Cooke, Henri Lhote , Alexandra David-Neel, Thor Heyerdahl o Santiago Genovés por mencionar algunos.

Cabe resaltar que este tipo de narrativa es, al menos en los últimos cinco o seis siglos, hija del colonialismo y está en su mayor parte escrita por hombres, razón por la cual resalta el libro del que se hablará a continuación, escrito por una mujer en los años 70 del siglo pasado.

El libro en cuestión se trata de “L’Archipel des Tabous” de Charlène Gourguechon, publicado en París en 1974 por parte de Éditions Robert Laffont; el cual narra el viaje y las vicisitudes de la autora en las islas, antiguamente llamadas “Nuevas Hébridas” y que en la actualidad reciben el nombre de Vanuatu, ya como nación independiente y soberana.

A través del libro, a caballo entre novela y reportaje etnográfico, la autora nos da cuenta en primer lugar de la vida de los occidentales o europeos que en esa época habitaban el país y más sustancial aún, la vida de los pobladores de regiones como las de los Big nambas y los Small nambas al interior del país.

A través de las páginas del libro, Charlène Gourguechon nos narra el hecho de que en la época en que fue escrito, el país estaba bajo un extraño régimen de dos potencias coloniales como eran Francia y el Reino Unido, se hablaban ambos idiomas así como una lengua pidgin llamada bichelamar mezcla de inglés con francés y palabras locales. En esa época los habitantes escogían entre los sistemas francés y británico para llevar a cabo su educación así como el código de justicia.

Bien a pesar de la dominación europea, en las montañas se encontraban tribus con escaso contacto con la cultura occidental salvo el caso de algunos misioneros y comerciantes, esto debido al aislamiento fruto del difícil acceso a través de mar, montaña y selva, lo cual al menos hasta ese momento había permitido que los habitantes de lugares como la isla de Mallicolo mantuvieran sus tradiciones y costumbres.

En concreto y dentro de la mencionada isla, la autora da cuenta de la tribu llamada Mbotogote repleta de prohibiciones y tabúes por parte de los habitantes como es el hecho de no ir a la costa, esto probablemente debido a que según se narra, en la montaña no hay mosquitos mientras que en la costa el paludismo es un problema de salud habitual.

Entre los Mbotogote de la aldea de Lendombeey, perviven costumbres tales como el que hombres y mujeres duermen en cabañas separadas (el dormir juntos es tabú) siendo las mujeres quienes comparten su cabaña con los niños, los perros y los cerdos. Incluso la autora narra que al ser extranjera y tener un aspecto diferente al promedio de las personas, las mujeres consideraban que tenía poderes mágico aptos para la curación. La primera noche que pasa en la localidad le piden, a través de señas,  que cure a dos mujeres por distintos padecimientos, lo cual responde a través de pomadas con antibiótico y quinina.

Otras prohibiciones o tabúes para las mujeres están el no poder pisar el círculo ceremonial de la aldea, bajo pena de muerte y por lo tanto el no poder presenciar ciertas ceremonias como es el caso de la que se realiza para la  circuncisión, la cual está precedida de un año de preparación en la cual los varones casi no conviven con sus madres y pasan por diversas pruebas a fin de dejar atrás su infancia.

Durante la noche de la ceremonia principal en la cual la cirugía es practicada con cuchillos de bambú, la quietud del bosque es interrumpida por los gritos de dolor de los participantes, al mismo tiempo se hace la recitación de cánticos, de entre los cuales la autora nos da algunos fragmentos, entre los cuales se encuentran:

La serpiente toma asiento al interior del árbol Nabanga. Que alguien le pida mediante un soplo, venir con nosotros. El sol, sobre la piedra brilla, antes de desaparecer.”

Muchacha… Estrella… la  muchacha se pasea por tu jardín. Todo el tiempo, su cabeza rasca.”

Viene el diablo, del arbusto ¡Aquí viene! Aquí viene! ¡Viene aquí! A través del agua salada, corre “

Podemos observar un poco, algo de las creencias y poesía de este grupo, lamentablemente alrededor del libro no hay mayor registro de la parte versal de la cultura de los Mbotogote, sin embargo mientras recorremos las páginas del libro somos capaces de encontrar más información acerca de una cultura sobre la que no estamos familiarizados,  como por ejemplo el hecho de que el título de jefe no es hereditario sino que se otorga por grados, los cuales son obtenidos mediante un sistema en el que los más ricos, es decir los que poseen más cerdos son los que tienen la posibilidad de obtener la jefatura del grupo, asimismo los diferentes grados o categorías de mando están asociadas a lo que llamaríamos un objeto de arte, por lo general una escultura; todo esto dentro de una sociedad secreta a cargo de todos los aspectos relacionados con la política  la economía y el arte conocida con el nombre de Nimangki.

Dicha sociedad Nimangki también rige rituales protagonizado exclusivamente por mujeres y que al mismo tiempo son tabú para los miembros del sexo masculino, como es una en la que por seis días llevan a cabo danzas, intercambio de mames, coco y plátanos; en el cuarto día las mujeres entran a una especie de pileta sobre la cual hay un domo de helechos, previamente construido por hombres, y al interior se baten dos mujeres adultas y dos niñas, y gritan en una suerte de puesta en escena, para mostrar su sufrimiento ante los espíritus; la autora lo menciona como algo parecido a un bautizo.

El último ritual es cubrir la cabeza de cerdos con hojas sagradas y niñas de entre nueve a doce años perforan al animal con una lanza buscando afirmar su presencia ante los espíritus, de esta manera adquieren un nuevo grado ante el grupo.

No es difícil imaginar los poblados en medio de neblina y selva, con esculturas que representan a espíritus o arreglos momificados de difuntos que son el ancestro de algún clan, dignos escenarios de la más alucinante fantasía surrealista. En contraste, las costas nos aparecen en muchas ocasiones como lugares de una fuerte presencia europea, en especial inglesa y francesa con sus respectivos aparatos de misiones religiosas. Evangélicos, anglicanos y católicos maristas se dan cita en la disputa de las almas, teniendo las creencias locales a los evangélicos (primeros misioneros en las islas) como sus principales enemigos, denostando sus culturas tanto en la cuestión de credo como en lo que a indumentaria y danzas se refiere, caso contrario a los anglicanos que permitieron una mayor libertad en cuanto a las costumbres locales y los maristas católicos procedentes de Francia, muchos de los cuales realizaron un papel cuasi de etnógrafos o antropólogos con sotana, registrando mitos, cantos, indumentarias y danzas.

Por otro lado Charlène Gourguechon nos comenta que para la población local no había gran diferencia entre católicos y protestantes al grado que muchos acuden al servicio religioso en alguna iglesia evangélica un domingo y a la iglesia católica el siguiente domingo.

Vale la pena mencionar el caso de la isla Ureparapara perteneciente a las  islas Banks, descrito como un santuario de vegetación y piedra volcánica, digno del mundo feérico, en donde las misiones de las diferentes denominaciones cristianas han desterrado a las viejas creencias y costumbres, sin embargo los habitantes aún recuerdan el nombre de uno de sus dioses de nombre Qat, el cuál según la tradición, nació de una roca llamada Qatgoro (la madre de Qat) situada en la isla de Vanua Lava. Según el mito, Qat tuvo once hermanos, todos de nombre Tangaro pero diferenciados por sus cualidades, así por ejemplo estaba Tangaro el sabio y Tangaro el simple. Asimismo esta deidad tiene un compañero, el espíritu (vui en la lengua local) bosque de nombre Marawa el cual es un anciano de largos cabellos y es capaz de transformarse en araña. Qat construye una piragua y después mantiene un combate con Marawa para vencerlo con un hacha fabricada de conchas de moluscos.

De acuerdo a la tradición registrada por la autora, Qat crea al hombre y la mujer a partir de plantas dragonnier o dracaena durando los trabajos seis días en el modelado a partir de las plantas y otros seis días en darles vida, al final de los cuales ejecuta una danza y toca el tambor poco a poco produciendo el movimiento de los seres que había moldeado a partir de materia vegetal.

En contraste Marawa, suerte de antítesis de Qat moldea de igual modo al hombre y la mujer pero a partir de otra planta de nombre tavisoviso y realiza el mismo ritual de Qat pero cuando su creación comienza a mostrar movimiento, este la entierra, dando origen a la muerte.

En tan singular teogonía, Qat crea las plantas, los animales, las estaciones y los vientos, son embargo para crear la noche, trae de la isla de Torres, un de bambú cubierto de hojas por los extremos, un saco de fibra de pandanus y un guijarro de obsidiana roja. Después de juntar a los habitantes de la isla, corta el tronco de bambú y un manto oscuro cubre el cielo y la tierra.

Para concluir, es común en plataformas digitales como Youtube, encontrar videos de tribus casi siempre imbuidas en la lógica del capitalismo a través del turismo, presentados por youtubers que si bien hacen un esfuerzo considerable para llegar a sitios francamente aislados, lo cual tiene un valor, nos dan un relato ya filtrado a través de la imagen digital de la red, es decir, el espectador no hace uso de su imaginación.

Es a través de los libros no solo como podemos ejercer nuestro derecho a imaginar sino que establecer de manera más directa un diálogo con el autor o autora del libro y realizar el ejercicio del pensamiento crítico.

Por poner un ejemplo, Charlène Gourguechon nos muestra el proceso de colonización y aculturación que tenemos una tendencia a verlo como algo de hace cinco siglos, como algo ocurrido hace unas cuantas décadas, un cambio o shift de civilización de milenios en poco menos de un siglo. Es difícil ponerse en los zapatos de alguien cuya cultura material era algo no muy diferente del neolítico y de pronto está incorporado a las lógicas del capitalismo corporativo. Una región de más de doscientas lenguas, acomodándose a las lenguas de occidente y de dioses que dan vida en medio de la música y la danza adoptando el pecado y la cruz o más aún, los cultos de cargo en donde se espera la llegada de un estadounidense llamado John Frum en un avión repleto de mercancías.

Columna: Glifo de Nube