Las calcetas de mi padre visitan “La Capilla”
Escrito por Ulises Paniagua el 27/09/2025
Siempre me ha dejado un sabor ambiguo aquella excelente película de Tim Burton, “El gran pez” (2003), que aborda el tema de la paternidad. En este caso, el de una paternidad ausente. Lo mismo me pasa con “Flores rotas”, de Jim Jarmusch (2005). Siempre se comete un error de juventud al asegurar que uno será mucho mejor, con los hijos, que aquel quien nos trajo al mundo por convicción o por accidente. Lo cierto es que es complejo. Nadie nos enseñó a ser padres. No es lo mismo ver los toros desde el ruedo que desde la barrera. Además, ejercer la paternidad en tiempos donde hay que laborar, conservar la vida social, y soportar las presiones y reclamos de diversas fuentes sociales y familiares -como también lo hacen las madres, y aún mejor- no es nada fácil. Amén de comprender esta premisa: existen también las malas madres y los malos padres. Simplemente no se debe cargar esa losa durante una vida. “Un padre”, comenta el diálogo de otra cinta, “siempre es un círculo que no se cierra”.
La obra teatral “Las calcetas de mi padre”, escrita, dirigida y actuada por Daniel Ortiz Velázquez, aborda este tema. Dentro de la historia, “Daniel está en crisis. En poco tiempo se convierte en padre y hay algo con la paternidad que le quita el sueño: ¿Qué es ser papá? ¿Cuál es la función de un padre en la vida de sus hijos?, se pregunta. Al recibir la llamada de la muerte de su padre, Daniel emprende un viaje para despedirse de esa figura paterna ausente. En el viaje, su crisis aumenta con los recuerdos y heridas de abandono, que han creado en él, la inseguridad de no sentirse suficiente ni apto para ejercer su próxima paternidad”.
Los elementos que ligan a Daniel con esta figura familiar son, precisamente, las calcetas de futbolista que su padre, hábil mediocampista, le compartió, al igual que su gusto por las “poderosas” aunque no siempre bien libradas Chivas del Guadalajara. En la obra, por cierto, se habla de fragmentos, episodios del futbol que conforman la memoria colectiva: la bicicleta de Ronaldiño, la célebre bolea de Zidane, etc. Es por ello que, bajo el vínculo con este hermoso, aunque polémico deporte, estuvieron presentes y apadrinando la primera presentación, dos grandes exfutbolistas: Cesilio de los Santos, extraordinario defensa uruguayo (alguna vez integrante de “las águilas” del América), y el legendario delantero mexicano Carlos Hermosillo, figura mítica del Cruz Azul. Ambos desearon a Daniel Ortiz Velázquez, y a la compañía entera, la mejor de las suertes durante la temporada.
Eso sí, Carlos Hermosillo se encargó de hacer notar, bajo un tono de broma, que esas calcetas “deberían tener algunos hoyos” tras años de uso (la mirada de quien verdaderamente sabe de futbol). Los dos jugadores demostraron a su vez estar muy conmovidos, porque el tema padre-hijo les tocó el corazón de manera profunda. No es para menos. Comenta el escritor Mario Puzzo: “Un hombre que no sabe ser un buen padre, no es un auténtico hombre”. Por su parte, Gabriel García Márquez comparte: “Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre”. Tema complejo y amplio, éste, sin lugar a dudas.
“Las calcetas de mi padre”, un monólogo ameno pero a la vez muy dramático, constituye un viaje escénico (físico y espiritual), para confrontar esa profunda huella de abandono de infancia que a algunas y algunos se les ha legado antes de tener una hija o un hijo. La obra se presenta del 13 de septiembre al 13 de diciembre de 2025 -a excepción del 1 de noviembre- en el teatro “La Capilla” (Madrid 13, col. del Carmen) de Coyoacán.
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