“Es un universo onírico que raya en lo macabro, los payasos con los que se encuentra no son unos payasos felices, pero generan complicidad con el público y nos hacen entrar en la historia a través del humor. Los payasos arman un mundo a la medida del protagonista, recreando la casa de su infancia y haciéndose pasar por los personajes de su pasado, como la mamá o el papá. Todo esto sucede a vista del público; solamente el protagonista lo vive como si fuera verdad”, detalla la directora.