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Entre el dolor y el deseo: el mapa de un laberinto mortal

Escrito por el 04/12/2025

Morir no alcanza, editado por Valparaíso Ediciones, inicia con un epígrafe de Patti Smith en el que ya nos anuncia la tónica del poemario: el erotismo, la noche, las ausencias y las despedidas de esos amores que se trocan en un imposible, tan sólo en un recuerdo. A través de poemas breves pero contundentes, la poeta Ana María Pérez Ferreira nos guía hacia esos silencios dolorosos y hacia esas sensaciones provenientes del vano anhelo de lo que ya no es ni será; su yo poético se queda prisionero de su propia imaginación, de recrear la realidad para recordar o para transformar el recuerdo como tal, y para regresar de cierta forma a su Montevideo, a ese Uruguay del que se marchó.

Morir no alcanza porque las huellas de esos grandes amores no se borran jamás, porque ver las heridas y plasmarlas en versos parece ser la única salida de ese laberinto mortal. Morir no alcanza atiende a las sombras que le persiguen, pero también reflexiona en torno a la muerte, a la cual define como un vuelo en el que no hay trascendencia, sólo se fallece, se deja este plano y se permanece en la memoria de alguien. En ocasiones, únicamente se es sueño “inventado / imposible / muerto / […] atravesado / de olores / del tiempo / de amor que / ya fue.”.

Ana María Pérez Ferreira (Poeta)

Con un lenguaje conciso y potente en donde las imágenes poéticas cobran un fuerte significado y poseen una armonía interna entre cada verso, la poeta Ana María Pérez nos invita a emprender un viaje hacia la nostalgia y la desolación que provienen muchas de las veces de los olores que persisten; con ella subimos esa escalera que nos conduce a observar en soledad lo que guarda el corazón, y así como se puede apreciar en la imagen de portada, colocarnos entre el mar y el cielo nublado, con las “esperanzas partidas” y con pasos sigilosos como los felinos, hasta permitirnos escuchar el diálogo con sus fantasmas.

Es llamativo que de los 38 poemas, tres sean los que aparecen con título: “Elogio”, “Mapa de Andrea” y “Mar nublado”, en tanto que el resto inicia de inmediato. Justo estos tres poemas son en los que podemos intuir que está presente una dedicatoria especial y, por tanto, los que tienen una carga erótica mayor, que va desde el poder de una mirada hasta el encuentro sexual.

Su escritura abraza las imágenes de lo que fue para convertirlas en algo vívido y así lograr que ni sus memorias ni sus palabras paren, y es entonces que nos lleva del significado de un beso a la incapacidad de decir adiós, para conducirnos, finalmente, hasta un erotismo bien cuidado que refleja ese laberinto que es el yo lírico y ese abismo que es su amada, con su nombre que se vuelve infinito.

¿Qué es lo que se pronuncia desde el deseo y desde el dolor? Aquello que es incierto y que deja de tener sentido porque el adiós ha dejado un hueco mayor, porque el lenguaje que es ese otro se vuelve algo indescifrable, por ello vaga y cae en calles rotas, en el vacío, en mantenerse siempre boca abajo mientras busca elevarse, mientras busca un arriba; y aun cuando el yo poético es entrega total, su amada solamente es ausencia a pesar de que también llegó a ser luz, oscuridad, trampa y tentación.

A manera de conclusión, Morir no alcanza es un libro que, como lo expresan sus versos de cierre, es:

“El mar desesperado
con los ojos callados
y el grito por dentro
llorando tu ausencia”

Por otro lado, en Bichos en Vitrina Antología Poética IV, podemos hallar versos que van más ligados a la ecopoesía con “Loro cabeza amarilla” y “Cielo marrón” sobre todo, siendo estos una llamada de auxilio para cobrar conciencia de nuestro impacto en el mundo natural y para alzar la voz ante hechos atroces como el privar de su libertad a las aves y la destrucción del hábitat de estas especies que, en muchos casos, ya están incluso en peligro de extinción. No obstante, lo que forma la cohesión de todos los poemas del apartado correspondiente a la poeta Pérez Ferreira son las alas, en un sentido literal y metafórico, estando escrita o no la palabra como tal, porque justo este sustantivo es el que se reconfigura para ser símbolo de la libertad, de lo eterno, de la transformación, del instante, de la “memoria de fuego”. Y así, nos dice la poeta “Alma mía, / el nacimiento del vuelo es / por supuesto, señal de alas, / anuncio del cielo” […] “Me cansé de mis palabras. / Me cansé de los poemas. / Las ansias están vacías, / salvo la lágrima / que contiene al todo” […] “Me convierto y soy / lo que queda de la voz, / […] Me convierto en escenario / de lo que está hecho el pasado. / Y en su honor escribo / con el polvo y la memoria”.

Columna: Ficcionalizarse en la Memoria.