Los guacales muebles de ciudad, entre cartones y bolsas de plástico una siestecita. Canción de cuna un motor de Torton pedorreandoce en bajada, acá en el distribuidor de la Tapo, entre el pitido de las carcachas y las sirenas de las ambulancias sueño despierta “A qué le tiras cuando sueñas mexicano” decía el Chava Flores.
La selva de esta ciudad del caos llena de salvajes con bultos y diablos que se abren cancha gritando: – ¡Ahí vaaaa el gooolpeee! – y ¡zaz!
El valedor retozando en la banqueta tomando el fresco en la sombrita, pues qué más da mañana será otro día.
Los ritos con copal, las ofrendas con flores pidiendo a los dioses días mejores, elevando rezos con cantos y tambores, entregando el corazón en sacrificio.
A veces veo a las morras con sus vestidos de quince años paseando por avenida Juárez con sus vestidos brillosos, bien contentonas.
Aún hay mujeres con sus cabellos trenzados y sus faldas largas vendiendo sus bordados a un costado de las murallas de fierro que regularmente “protegen” al Palacio Nacional.
Hay banda que pareciera que se le aflojo un tornillo pasando entre las multitudes con la guitarra en alto, vociferando no sé qué, ese carnal, bonita manera de proclamar. ¡Ja, ja, ja, ja!
Contando cuentos como cuentas, arrastrando las patas con una fatiga de la chingada, observo como se derrite una urbe que alguna vez fue pueblo, donde tener cara de fuchi es una costumbre, donde los disparos hacen eco en las madrugadas y la locura es la normalidad en las calles.
Columna: #somoslastreet