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Originalidad, pureza y orgullo: la confusión entre biología y cultura

Escrito por el 07/10/2024

En el mundo del arte, probablemente el bien más preciado es la originalidad, el acto de crear algo nuevo, diferente y de ser posible único. Sin embargo también se ha puesto en tela de juicio el verdadero nivel de originalidad que una obra puede llegar a ostentar, pues siempre se necesita de inspiración, algún tipo de materia prima para crear.

Si bien la tecnología ha avanzado a lo largo del tiempo, permitiéndonos utilizar nuevas herramientas para la creación artística, siguen existiendo limitaciones para lo que se puede crear. Recordemos que el ojo humano percibe una fracción limitada del espectro de la luz y que de igual manera nuestros oídos solamente perciben una parte de las frecuencias sonoras.

De lo anterior vemos que la mayoría de las veces la creatividad no consiste en generar algo totalmente nuevo, sino en encontrar un giro distinto, una perspectiva nueva o un uso innovador de los elementos ya disponibles para la creación. Esto es la base no solamente del arte en específico, sino de la cultura humana en general, puesto que vemos que en las distintas expresiones culturales, solemos introducir nuevos elementos a viejas tradiciones, hábitos o costumbres.

Imagen de Karyme França.

El que nuevos elementos se incluyan en las expresiones culturales o artísticas es señal de que estas se encuentran “vivas”, en otras palabras, que continúan en uso, significando y siendo parte de la identidad de grupos o pueblos. Existen miles de ejemplos, desde danzas tradicionales en Oaxaca donde se utilizan máscaras de látex en lugar de los tradicionales mascarones de madera, pasando por el uso de la papa o el tomate en la cocina europea, hasta la influencia de los ritmos africanos para la configuración de la música Rock.

Y sin embargo, encontramos que al día de hoy existen personas que entienden la cultura como algo estático, confundiendo esto con algo biológico, atándola a conceptos como el de raza. Se afirma que un grupo, ya sea racial, nacional o cultural, que dio origen a una forma de vestir, a algún platillo, técnica de dibujo o cualquier otra manifestación artística o cultural puede presumir su originalidad, mientras que todo lo demás que venga inspirado o influenciado por ello es una copia sin valor.

De ahí que podamos encontrarnos con despropósitos como el afirmar que el día de muertos no es mexicano, cuando las tradiciones y costumbres que echaron raíz en México tras la conquista pudieron arraigarse precisamente porque coincidían con aspectos previamente existentes en la cosmovisión de los pueblos indígenas, lo cual ha hecho que estas tradiciones permanezcan en nuestro país y cobren su propia vida, independientemente de su origen.

Imagen de Bruno Cervera. 

Incluso habría que recordar que entre más retrocedemos en el tiempo, vemos que a su vez las tradiciones o costumbres tildadas de “originales” son inevitablemente el resultado del sincretismo entre culturas anteriores a las actuales. Basta señalar los innumerables ejemplos de intercambio entre la tradición judeo-cristiana y las religiones locales que dicha tradición suplantó a lo largo del mundo, ya sea en Europa, América o Medio Oriente.

Otro exceso en cuanto a confundir originalidad con una cierta noción de pureza lo encontramos en una entrevista de 2009 con el inolvidable Jean Giraud, alias Moebius. Tal vez el autor francés de historieta más reconocido a nivel mundial, Giraud se expresó así de la historieta japonesa.

“El manga es una plaga. La invasión ha sido total, como demuestran las cuotas de mercado que ha conseguido. Es una epidemia. Me recuerda a lo sucedido con las abejas de la Amazonia que suben hasta Norteamérica y matan a las especies autóctonas. En Francia, los camarones han desaparecido porque echaron en nuestras aguas una especie foránea que acabó con ellos. Los nuevos también están buenos, pero no son los mismos… Tienen un acento espantoso. El problema es que el manga llega a Europa, pero el cómic europeo no va a Japón. Eso es lo injusto”.

Afiche de ARZAK por Jean Giraud.

Y este es precisamente el punto al que quería llegar, gracias por su paciencia. Las nociones pseudocientíficas muy mal entendidas y sacadas completamente de contexto, que equiparan el proceso de intercambio cultural con un proceso biológico de invasión o de suplantación. Aunque cultura y genética tengan puntos de contacto (como nos los explica la epigenética), hacer este tipo de equiparaciones demuestra el poco o nulo entendimiento de uno o ambos mecanismos, que operan en planos distintos.

Debo de confesar que hace años, cuando leí dicha entrevista quedé atónito ante la postura de un artista que había hablado previamente del impacto que tuvo la cultura mexicana en su juventud y que sus experiencias tanto con la marihuana como con el peyote claramente influyeron en su obra. Pero lo retomo para aclarar algunas malas concepciones que persisten acerca de la evolución y la genética como manera de entender los intercambios culturales.

Comencemos por su última afirmación, con respecto a que la historieta europea no viaja hasta Japón, lo cual es un despropósito total. Tal vez a lo que se refería Giraud era a que se vende mucho más manga en Europa que cómic en Japón, pero la influencia europea es patente tanto en el manga como el anime.

Curiosamente, tras la muerte de Giraud, el famoso mangaka y animador Katsuhiro Otomo, mejor conocido como el creador de “Akira”, se encargó de escribirle un obituario donde no solamente resalta la influencia del autor francés en su propio trabajo, sino que insta al público nipón a leer sus obras. Quien haya leído el trabajo de Otomo y de Moebius, podrá atestiguar la influencia en cuanto al estilo detallado y saturado del dibujo.

Panel de “¿Los malos robots también van al infierno?” de Katsuhiro Otomo

De manera similar, un amigo personal de Giraud, Hayao Miyasaki, fundador de Studio Ghibli y autor de algunas de las películas de animación japonesa más reconocidas a nivel mundial, fue profundamente influido por la literatura y arquitectura europeas. Por lo tanto, no ha sido solamente la historieta nipona la que ha influido en europa, sino que europa previamente ya había influido en los artistas japoneses.

La otra aseveración que Giraud hace, comparando la invasión ecológica de una especie introducida por el ser humano con el intercambio cultural, tiene al menos dos fallos fundamentales. El primero es que especies diferentes no pueden combinar sus genes, mientras que diferentes culturas pueden combinar sus tradiciones y costumbres. El segundo es que se compara un mecanismo biológico cuyo devenir natural ha sido alterado por la acción humana con un proceso cultural normal que ha ocurrido a lo largo de nuestra historia.

Tenemos entonces un mecanismo biológico que ha tomado forma a lo largo de millones de años con base en algunas condiciones constantes (hasta ahora un organismo que habitaba a miles de kilómetros de un nuevo ecosistema hubiera tardado mucho más tiempo en llegar ahí), el cual se ve alterado de manera sustancial y súbita por la acción humana, lo que no permite que algunas especies tengan tiempo de adaptarse. Mientras que el proceso de intercambio cultural ha tenido lugar a lo largo de nuestra historia y en raras ocasiones una cultura tiene contacto con otra sin recibir alguna clase de modificación debido a ello.

Jean Giraud alias Moebius

Para que la analogía que propuso Giraud tuviera sentido tendríamos que imaginarnos a especies capaces de transmitirse características entre ellas, siendo la especie invasora modificada junto con la especie nativa. Es una mala analogía porque todos somos humanos y por lo tanto, podemos compartir tanto genes como cultura entre nosotros.

Finalmente y para aclarar lo mal informados que pueden estar algunos personajes que comparten sus opiniones sin empacho, no me fue posible encontrar el evento al que hace mención Giraud con respecto a abejas del Amazonas subiendo a Norteamérica a matar a poblaciones nativas. Tal vez se refiera a las infames abejas “africanizadas” pero de nuevo hablamos de un evento creado por el humano, ya que dicha subespecie fue creada mediante la hibridación de diferentes tipos de abejas para luego ser accidentalmente liberada.

Para concluir me gustaría resaltar que durante cientos de años algunas culturas se esparcieron por todo el mundo respaldadas por un poder económico y militar, esto hizo pensar a sus miembros que sus culturas eran intrínsecamente superiores. Ahora que la balanza del poder ya no está tan a su favor como en el pasado se facilita que otras culturas les influyan a ellos, por lo que su visión de tener una cultura o hasta una raza superior se resquebraja y eso provoca convulsiones que seguramente serán cada vez más intensas.

Columna: Transpoiética.