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24 años de cine en diálogo, lo que se rompe, lo que se revela: cine como gesto crítico

Escrito por el 29/09/2025

El pasado martes 23 de septiembre, tuvimos el privilegio de asistir a la inauguración del Festival de Cine Alemán, celebrado en el majestuoso Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, uno de los recintos más emblemáticos del corazón cultural de la Ciudad de México.

Este 2025 marca 24 años de intercambio cultural entre Alemania y México, a través de un proyecto que ha evolucionado desde una simple muestra de cine hasta consolidarse como un festival que convoca, provoca y transforma. Desde sus inicios, este encuentro ha tejido puentes entre naciones, lenguajes y disciplinas: el cine, la música, la danza, el teatro… todos los rostros de la cultura confluyen aquí.

Para mí fue la primera vez, y salí conmovida. No solo por lo que vi en la pantalla, sino por lo que se vivió fuera de ella. La expresión —como la vida— rara vez se presenta pulida, y es precisamente en sus imperfecciones donde habita su magia.

La ceremonia inició cerca de las 7:20 p.m., ante una sala llena de mexicanos y alemanes donde compartíamos una misma expectativa: dejarnos tocar por una historia. Y así fue…
En la pantalla, se proyectó “Köln 75”, un drama musical dirigido por Ido Fluk, que nos transporta al año 1975, cuando Vera Brandes, una joven de 18 años, desafía a su entorno conservador para organizar un concierto de Keith Jarrett en Colonia. A pesar de los obstáculos —y de que todo parecía a punto de colapsar—, ese concierto improvisado se convierte en un hito: el mítico Concierto de Colonia, una joya de la música del siglo XX. Sin duda una excelente película, gran dirección, actuaciones y drama.

Sin embargo, una de las situaciones más curiosas —y simbólicas— ocurrió fuera de la pantalla. A los 30 minutos de iniciada la proyección, surgieron fallas técnicas con los subtítulos. Durante algunos minutos, el público quedó sumido en el desconcierto, sin poder seguir los diálogos. Fue un momento incómodo, sí. Pero también profundamente revelador.

Yo me encontraba cerca del equipo técnico y pude observar cómo, con coordinación, fueron solucionando el problema. Fue como si el espíritu del filme se manifestara en la sala: improvisar con elegancia, resolver en medio del caos. Tal como Vera y su equipo en la película, los responsables del míitico concierto respondieron con temple, demostrando que en el arte —y en la vida— los errores no son fracasos, sino oportunidades para crear algo nuevo.

Ese instante convirtió la función en una experiencia profundamente humana. Nos recordó que el cine no es solo perfección estética, sino un acto vivo, cargado de incertidumbre. Y es justamente ahí donde nos toca, donde nos transforma.

Al finalizar la película, el escenario del Esperanza Iris se transformó por completo. La noche no terminó con los créditos, sino que evolucionó hacia una experiencia sonora y poética que desbordó los límites del cine.

La agrupación Los Shajatos, tomaron el escenario con una improvisación musical en vivo. Este colectivo—formado por Jacobo Lieberman, Leo Heiblum, Andrés Sánchez Maher, Alexis Ruiz y Nicolás García Lieberman— es reconocido por su exploración de atmósferas experimentales, sonidos no convencionales e intervenciones que nacen del riesgo y la intuición, como el cine mismo.

Pero lo más inesperado y conmovedor ocurrió cuando Ilse Salas, una de las actrices más significativas del cine mexicano contemporáneo, se unió a la presentación. Con voz firme y serena, versificando poemas sobre la libertad y la situación actual en Gaza, trayendo al escenario una resonancia política que elevó el momento a un plano de consciencia.

Sus palabras, lanzadas al aire como ecos de justicia y memoria, encontraron en la música un acompañamiento hipnótico, visceral, sutil. El teatro, se convirtió en un espacio de resistencia poética, donde el arte no solo entretuvo, sino que denunció, interpeló, abrazó.

Fue un momento de comunión entre disciplinas: cine, música, palabra y conciencia en una sola frecuencia.

Sin duda, las representaciones artísticas no solo nos muestran de qué estamos hechos de talento, sino también de resistencia, de sorpresa, de sensibilidad compartida.

Los invitamos a seguir siendo parte de este Festival de Cine Alemán, que se llevará a cabo hasta el 4 de octubre, con un cierre especial en la Casa del Lago: picnic ochentero con entrada libre.

Aquí tienen el enlace http://goethe.de/ins/mx/es/kul/fil/024.html para la programación completa. No se lo pierdan: esta edición celebra el reto, lo inesperado, lo controversial… lo que nos cuestiona y nos transforma.

Felicidades a este 24º aniversario al Festival de Cine Alemán. Que la improvisación siga siendo el pulso que nos une.