Recuerdos de la ciudad color Cempasúchil

Escrito por Cole Tirado el 29/11/2022

Cuando era niña recuerdo que tenía el gusto de salir el día de muertos con disfraz y todo. Con el tiempo uno se olvida de lo chido, de la calaverita o más bien uno ve a la muerte de diferente manera. Entonces me dije: Ñerita sal y mira a las gentes con sus ropas alusivas a estas fechas de noviembre y sus rostros pintados.

En ton´s me fui allá por Reforma al mitote de las catrinas, hacía un buen de calor… Bonito modo de recordar, ja, ja, ja.

A donde volteara ahí estaba, la Pelona, la Calaca tilica y flaca, la Huesuda, las Patas de catre, la María Guadaña, la Catrina, la Güera, la Jala parejo, Patas de ixtle y así una lista larga de sobrenombres.

Conforme fue cayendo la tarde todo se tiñó de un color anaranjado; por una de las banquetas estaba un chamán las personas revoloteaban a su alrededor pidiendo una limpia.

¡Fue cuando lo vi!

Vi a un Huitzil que luchaba contra las imecas, los autos y con las multitudes; trataba de llegar a algún lado. Entonces recordé que ellos (los colibríes) llevan mensajes desde el más allá a las familias de que sus seres queridos están bien, pero esta vez el mensaje sería otro, que nuestros muertos venían de vuelta a casa para la fiesta.

Ya entrada en el argüende dos, tres veces sentí esa convulsión que te pone las orejas rojas y la piel chinita, ella me miraba. ¡Hija del maíz, me llevas o no me llevas Pelona! Chale, se sintió bien gacho.

El susto pasó cuando miré a todos bailando, cantando, riendo, bien Felipes y con tenis. Esos multicolores, esos blancos y negros, el olor a cempasúchil y a copal, no sé de dónde jijos salía la humadera, daba una sensación de confort y el vientecito tibio.