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Cuando los bromistas no atacan

Escrito por el 26/10/2025

Entre tanto debraye en el mundo, hay cuestiones que ilusionan. Por lo menos en lo que se refiere a la escena musical independiente y los espectáculos en directo en nuestro país. Desde hace muchos años, México ya no es ajeno a conciertos con artistas internacionales de renombre, por lo menos hay una historia de 30 años en los que hemos visto desfilar a figuras internacionales consolidadas de la talla de Paul McCartney, Madonna, Michael Jackson, U2, David Bowie, Pink Floyd, Metallica, o más recientemente Kendrick Lamar, pero la noche del 23 de octubre en Guadalajara, se dio un hecho casi inesperado con la primera visita de The Brian Jonestown Massacre (BJM) a la ciudad; no porque la banda carezca de calidad o de las credenciales necesarias para pisar cualquier escenario independiente, sino porque hace 10 años era casi impensable que se presentaran en nuestro país. Y más improbable parecía después de aquella trifulca en Australia en el 2023, en la que Anton Newcombe, líder de la banda, se lió a golpes con el ex guitarrista Ryan Van Kriedt (miembro original de la escurridiza banda islandesa Dead Skeletons), y el subsecuente doble bypass al que Newcombe fue sometido.

2025 marcó el regreso de BJM a los escenarios, con presentaciones en Europa y Estados Unidos, pasando por festivales como Glastonbury y Levitation. Tras un descanso de aproximadamente un mes en Berlín, la banda retomó su gira mundial que los verá pisar México, Estados Unidos y Sudamérica. La sede para este reinicio fue el C3 Stage en Guadalajara. La expectativa era fuerte entre sus seguidores, quienes entre broma y broma, muy a la mexicana, le gritaban a Anton Newcombe cosas como: “¡Ya peleense o voy a perder la quiniela!”.

En punto de las diez de la noche, The Polar Dream, banda tapatía ligada a Mexicadelia (tropa de músicos independientes que exploran diferentes vertientes de la neopsicodelia, realizando conciertos y festivales), dio las primeras notas de la noche que llegaron como un calmante para los impacientes espectadores. Durante media hora aproximadamente, cumplieron con creces en la complicada tarea de ser teloneros de una verdadera banda de culto de la escena DYI (hazlo tú mismo, por sus siglas en inglés).

A las once en punto, salieron uno a uno los músicos de BJM, con su característicos aires de frescura y su look entre dandy, hippie y rockero. Con los acordes de “Whoever You Are”, empezó un viaje en el que durante dos horas, a través de 13 canciones, realizaron un buen repaso de las diferentes etapas de la larga discografía de la banda. Intercalaron temas clásicos como “That Girl Suicide”, “Servo” y “Anemone”, con títulos más recientes como “Fudge”, “Do Rainbows Have Ends” y “Don’t Let Me Get In Your Way”. Anton, como es su costumbre, fue dirigiendo la sesión, hablando mucho y guiando a su nuevo baterista, Tobias Humble, dando indicaciones al ingeniero de sonido y bromeando con Joel Gion. Su semblante se mantuvo sereno, encauzado y alegre, lo cual se vio reflejado en su interpretación.

Quien no paró de moverse y disfrutar todo el recital con una gran sonrisa fue Ricky Myami en la guitarra, miembro fundador del grupo. Frente a él, tenía un ventilador que hacía volar su cabello por los aires, agregándole un toque épico rockero. Joel Gion por su parte, mostró su porte siempre cool, aunque no figuró tanto como en otras ocasiones. También,  se presentó otra constante, la espera entre rola y rola. Para los iniciados en los conciertos de BJM y quienes están acostumbrados a que las bandas se lancen de canción en canción con apenas un respiro, seguramente llegó a ser desesperante. Pero los fanáticos más recalcitrantes, saben que es parte del trámite para disfrutar a la banda. Los puntos más sobresalientes de la noche se dieron con una versión extendida de “When Jokers Attack”, donde las guitarras y los sintetizadores moldearon una reverberación mística, y el cierre con una lenta y viajadísima versión de “Super-Sonic”. No fue una noche para el desenfrene, sino para la contemplación y la inmersión en el sonido, algo que Newcombe se esfuerza en entregar una y otra vez, a veces pecando de perfeccionismo en el proceso. Fue una gran noche y un buen reinicio para la segunda etapa de su gira en 2025 y la comprobación que un buen concierto de BJM no es ninguna broma.

Nota por André Martial.


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